En alguna ocasión todos nos hemos llegado a
sentir faltos de energía. Sin ganas de nada
salvo de tumbarse y descansar, agotados. Nos
sentimos débiles e incapaces casi de movernos,
necesitando un respiro.
Probablemente esta sensación de fatiga pasará al
cabo de un rato, tras un periodo de descanso.
Sin embargo, debido a múltiples causas, en
ocasiones esta sensación se resiste a remitir y
se prolonga en el tiempo. Estaríamos ante un
caso de astenia.
Definiendo el concepto astenia
Llamamos
astenia a un cuadro en el cual se produce una
reducción en el nivel de energía y fuerza en el
organismo, disminuyendo asimismo la motivación y
produciéndose sensación de agotamiento tanto a
nivel físico como mental.
A pesar de que resultan conocidas las patologías
como la astenia primaveral, la astenia se
cataloga generalmente como síntoma, pues es un
indicador de un proceso más profundo que la
causa, independientemente de su etiología.
Esta alteración puede ir acompañada de
dificultades de atención y concentración,
alteración del sueño y de la memoria, pérdida de
apetito y deseo sexual, bradicinesia o lentitud
en el movimiento, mareos, labilidad emocional,
síntomas depresivos e incluso según su causa es
posible experimentar alteraciones tales como
fiebre y alucinaciones. En algunos casos puede
causar pérdida de conciencia, cambios en la
visión o dificultad para el habla en cuyo caso
se debería acudir con premura a los servicios
médicos, pudiendo ser un síntoma de un trastorno
orgánico serio.
Este agotamiento produce una serie de
complicaciones en la vida de la persona que lo
sufre, afectando a su vida en distintos ámbitos
vitales al disminuir la cantidad de conductas
realizadas y su estado de humor.
Etiología o causas de la astenia
Como
hemos mencionado, la astenia se suele catalogar
como síntoma de un proceso médico o un estado
mental, habiendo múltiples posibles causas para
su aparición. A nivel general se observa que
juntamente con la astenia tiende a aparecer un
descenso o alteración en el sistema
inmunológico, de manera que se considera ésta
como una posible explicación de los síntomas.
A nivel médico puede producirse por la presencia
de alergias y problemas autoinmunes (como por
ejemplo en el caso de la astenia primaveral o en
algunos casos de pacientes con VIH). También es
frecuente su aparición en procesos infecciosos,
ante la falta de suficientes nutrientes en el
cuerpo como en el caso de la anemia, así como en
trastornos neurológicos, procesos tumorales e
incluso como reacción o efecto secundario de
algunos medicamentos como las benzodiacepinas y
tranquilizantes o los antihistamínicos).
Trastornos metabólicos como la diabetes mellitus
también pueden causar episodios de astenia.
En
más de la mitad de los casos la astenia se debe
a causas puramente psicológicas.
Conociéndose entonces como astenia psicógena o
funcional, es frecuente que esta aparezca ante
la presencia de un estrés continuado, como el
sufrido en sujetos con burnout o en épocas de
preparación de exámenes en el caso de
estudiantes. En estos casos el episodio asténico
empeora por las mañanas, generalmente
apareciendo junto con problemas de conciliación
o mantenimiento del sueño. Asimismo también
aparece ante una disregulación de los ritmos
circadianos como la producida por el jet-lag.
Por último, este síntoma aparece en una gran
cantidad de trastornos que producen un desgaste
emocional, siendo frecuentemente visible en
casos de depresión, trastornos ansiosos,
trastorno obsesivo compulsivo y trastornos de
estrés postraumático.
A un nivel más normativo también es frecuente la
aparición de la astenia debido al
envejecimiento, al embarazo o a la existencia de
estilo de vida demasiado sedentario.
Mecanismos cerebrales implicados
Si
bien las causas concretas de la astenia pueden
ser como hemos visto múltiples y variadas, a
nivel cerebral se discute la presencia de
alteraciones en el sistema que gobierna la
vigilia: el sistema reticular activador o SRA,
situado en el tronco del encéfalo.
Estas alteraciones se basan en la no activación
de este centro, las cuales causan sensación de
cansancio tanto a nivel físico como mental. En
este aspecto, se plantea la existencia de un
problema a nivel de la producción de
noradrenalina en el locus coeruleus o su
transmisión.
Tratamiento
La astenia se trata a nivel
general a partir de la resolución de la causa
concreta que la ha provocado, no existiendo en
general un tratamiento concreto para este
problema.
Sin embargo, resultan de gran utilidad la
realización de ejercicio físico que, recordemos,
ayuda a disminuir el estrés y a relajarse,
además de generar endorfinas de forma endógena.
Asimismo la terapia cognitivo conductual
presenta éxito en el tratamiento de la astenia,
especialmente si se da de forma crónica,
ayudando a desdramatizar los problemas
presentes, mejorar las cogniciones y conductas
que puedan influir en la aparición de la astenia
y presentando técnicas y planificando
actividades de manera que el paciente sea capaz
de gestionar mejor el estrés y presentar un
funcionamiento óptimo en el día a día.
A nivel farmacológico, se han empleado en
ocasiones antidepresivos o ansiolíticos, así
como preparados multivitamínicos con el fin de
aumentar el nivel de energía. Un medicamento que
también se recetado en ocasiones como
antiasténico es la sulbutiamina, especialmente
ante síntomas sexuales.
Diferencia básica de la astenia respecto a la
fatiga normal
A menudo se confunde la
astenia con un proceso de fatiga normal. La
principal diferencia entre astenia y fatiga se
da en que mientras la fatiga con un periodo de
descanso suele revertir, en el caso de la
astenia permanece e incluso empeora, pudiendo
llegar a cronificarse conociéndose como síndrome
de fatiga crónica si el problema persiste
durante más de seis meses produciendo un
deterioro en la vida del paciente a nivel
laboral, social o personal de más del 50%
respecto a su nivel base.
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